Centro de Interpretación del esparto

«No os quedéis en la puerta, entrad de una vez». Así da la bienvenida al recién llegado una voz masculina y cautivadora. Es el esparto el que habla; sus palabras acompañan al visitante desde que atraviesa la puerta de entrada, y con él recorre cortésmente las dos plantas que integran este centro de interpretación. El esparto va narrando una hermosa historia de amor de la que él mismo es el protagonista, él y La Cuba, el término municipal más pequeño de Aragón. Precisamente esta circunstancia fue la causa del mutuo afecto: como La Cuba no tenía tierra para el cultivo, sus habitantes se dedicaban a la manufactura del esparto, que les dio trabajo desde finales del siglo XVII hasta mediados del siglo XX.
El visitante contempla diferentes objetos fabricados con esparto, dibujos en los que se reproducen las labores de manufactura, paneles explicativos… mientras el esparto recuerda con nostalgia y picardía cómo las mujeres lo acercaban a sus labios cuando hacían la llata, cómo lo ceñían las manos fuertes de los hombres para coserlo y confeccionar piezas con él.
La luz se va introduciendo en la narración y juntas forman poco a poco un escenario que traslada al visitante hasta tiempo pasado.
El Centro de Interpretación de la Manufactura del Esparto pone de manifiesto la importancia que tuvo este material para muchas familias del Maestrazgo turolense. Sobre todo para las gentes de La Cuba que es con sus 700 hectáreas el término más pequeño de todo Aragón. La escasez de tierras que cultivar se suplía con la artesanía de este material, con el que llegaron a adquirir gran renombre. De esparto se hacían esteras, serones y capazos destinados en gran medida al transporte en caballerías, el declive de éstas llevó lógicamente emparejado el de la labor del esparto.
La labor comenzaba trayendo el material desde Hellín (Albacete), a través del ferrocarril y después en caballerías hasta La Cuba. Para poder trabajar este material debía pasar toda la noche a remojo. Posteriormente el trabajo era para las mujeres que eran las encargadas de trenzar unas tiras anchas denominadas «llatas». Para la realización de los diversos aperos era necesario coser varias de estas «llatas», las costuras se realizaban con trenzas de esparto, labor que realizaban los hombres.
El trabajo se realizaba de forma colectiva, en la calle, formando varios corros denominados «la vela», estos corros constituían la oportunidad de relación social para los habitantes del pueblo. En ellos surgían amistades y bodas.
Tras estas labores venía la comercialización del producto, los cubenses partían en busca de potenciales clientes, la fama y el buen hacer de estos artesanos les precedían.
Hoy la tradición sigue viva gracias al Centro de Interpretación, en él la historia, la economía y el paisaje de la zona, quedan fielmente reflejados. El itinerario comienza en la planta baja con un montaje que combina sonido y luz que nos va guiando por el espacio de la casa, mientras que una voz nos narra la historia del esparto. La planta superior está dedicada a la exposición de las herramientas y los productos ya acabados; así como a la proyección de un audiovisual, en el que varios habitantes de La Cuba trabajan y explican esta labor.
En el Centro también existe la posibilidad de ampliar la información mediante un punto informático, en el que se nos muestran entre otros documentos gran cantidad de fotografías antiguas.